4 de octubre de 2006

La señora McGrath


¿Cómo sobrellevar una desgracia? La señora McGrath trata de hacerlo con un poco de humor. Sabe que, a veces, solo la risa puede rechazar el beso de la soledad buscada y querida. Su canto pudo oírse por vez primera, según parece, en Dublín, durante las guerras que Napoleón protagonizó entre 1808 y 1814. Su eco perduró mucho tiempo entre los republicanos irlandeses y se oyó con mayor fuerza en el trágico levantamiento de la Pascua de 1916.

Desde entonces, el canto de la señora McGrath es un conmovedor alegato antibelicista. Llegó a Estados Unidos en 1951 de la mano de The Weavers y Pete Seeger lo versionó en 1963. Ahora lo ha recuperado Bruce Springsteen en We Shall Overcome: The Seeger Sessions. Y yo llevo un buen rato sin poder dejar de escuchar esa canción. La letra me recuerda a otra de Springsteen, Youngstown, que también contiene alguna que otra frase para el recuerdo: «We sent our sons to Korea and Vietnam, now we’re wondering what they were dyin’ for».

¿Qué cuenta la historia de la señora McGrath? Su hijo Ted se hace soldado y su madre le espera. Tras siete años, «came Ted without any legs and in their place two wooden pegs». Su madre se asusta y le besa y le pregunta: «Were you drunk or were you blind when you left your two fine legs behind?». El chico le contesta que no pudo escapar de un cañonazo. Y la respuesta de ella ha ido variando con el tiempo, con las guerras que, siglo tras siglo, le han ido arrancando las piernas a su hijo cual Prometeo en el Cáucaso. Ahora dice: «All foreign wars, I do proclaim, let on the blood and a mother’s pain. I’d rather my son as he used to be than the king of America and his whole navy». Y su lamento nos recuerda la tragedia de todas las guerras.