20 de mayo de 2015

Elegía mediterránea

Refugiados albaneses en Brindisi, Italia, 1991. © Associated Press. 

No hace mucho tiempo, este mar nuestro fue descrito como el mar del olivo, como un mundo de corazón monocromo donde una luz exacta enciende las olas y las orillas. Frente al Atlántico, que de un polo al otro refleja los tonos de todas las temperaturas de la tierra, el Mediterráneo posee un clima sereno que asemeja los paisajes y acerca a sus gentes. Hoy, sin embargo, ese mar que ha alumbrado tantas y tantas civilizaciones es el espectador silencioso de un melancólico bucle de tragedias.

20 de abril de 2015

Génesis

A Félix de Azúa.
En el principio era la palabra. 

Solo que aquello no era el principio, y tampoco fue la última palabra. Gracias a la palabra se distinguieron los humanos de los demás animales. Tras milenios de existencia muda o queda, empezaron a dar nombre a las cosas y el mundo se animó. Los lugares, la fauna, la flora y aun los fenómenos de la naturaleza cobraron conciencia y sentimientos, y los humanos se esforzaron por comunicarse con ellos. Auscultaron así los deseos del roble del sendero, de la roca horadada, del río del valle y de la fuente del claro de bosque, también de las tormentas, los vientos, los mirtos, las bayas, los ciervos, los cuervos e incluso de las serpientes.