10 de enero de 2021

Guastavino y Guastavino

De la ilustración: © Carmen M. Cáceres, Vida de Guastavino y Guastavino, collage digital.
¿Es toda biografía inevitablemente una ficción? Quizá sí, siempre que no confundamos la historia con la ciencia y la ficción con la fantasía. La biografía nos proporciona un espejo, quizá una ventana, para confrontar nuestra identidad y nuestra finitud; la ficción nos transmite verdades esenciales, aunque no estrictamente factuales; y ambas poseen la capacidad de sorprendernos, de “contar como si fuera la primera vez algo que parecía que ya había agotado su capacidad para ser dicho”, como escribió Rafael Chirbes. Cuando son artes de la memoria, la biografía y la ficción comparten además el mismo objetivo: presentar una realidad ausente, ya sea imaginada o desaparecida, y actuar de mensajeras entre el recuerdo y el deseo.

El tiempo regalado


En el año que dejamos, hemos tenido mucho tiempo para pensar sobre el tiempo: sobre las formas que le damos, las figuras en que se encarna, las liturgias que lo escanden y su carencia. El tiempo del confinamiento, homogéneo e informe, sin efemérides ni días fastos, al margen casi del calendario, ha sido un tiempo espeso, incluso plomizo, que sin embargo no ha cristalizado en experiencias o expectativas igualmente densas, porque no hemos podido moldear el magma en que se ha convertido.

22 de noviembre de 2020

El último comienzo

La historia se descompone en imágenes, no en historias.
Walter Benjamin
Siempre, ante la imagen, estamos ante el tiempo.
Georges Didi-Huberman
Llega un momento en que la conciencia del paso del tiempo se acrecienta con la evidencia de la desaparición: de los maestros, los familiares, los amigos, e incluso de un mundo; un momento en que ni la mente ni el cuerpo pueden alcanzar lo que ven alejarse sin remedio, “como un buque que va deslizándose por el borde del muelle”. Hallándose en tal circunstancia, el narrador de la falsa autobiografía de Félix de Azúa hace inventario de recuerdos, de las imágenes que guarda, sin las cuales “el tiempo se haría invisible y podría recorrerse todo él en un guiño”. Busca especialmente las imágenes de su entrada en la edad de la razón, aquellas que responden a la pregunta: ¿cómo empecé a saber lo que sé? Es su gesto iniciático ante la muerte; el último comienzo.

2 de julio de 2020

Luz en la edad oscura (Cuaderno de cuarentena, y 6)

Miles de kilómetros de tuberías en el interior del centro de datos del condado de Douglas (Georgia).
Fuente: Centros de datos de Google.

Ahora que todavía estamos acostumbrándonos a salir de casa con cierta normalidad, aunque nos pesen las mascarillas, nos abrume el sol y no entendamos muy bien algunas prisas por recuperar rutinas que se han revelado contingentes, pongo fin a este cuaderno de cuarentena con el comentario de una lectura reciente que dibuja algunos trazos del mundo en el que tendremos que vivir y resistir: La nueva edad oscura de James Bridle.

25 de abril de 2020

Los recuerdos en polvo (Cuaderno de cuarentena, 5)

De la ilustración: © Marc Pallarès.
A veces, el presente nace en la última catástrofe: cuando una línea de sombra separa nuestro tiempo del que ha de quedar atrás. Ayer, en la edad de la inocencia, “mirábamos al futuro, o cuando menos a las siguientes cinco o seis horas, y no nos sentíamos demasiado perseguidos por nuestros fantasmas, que compartíamos”. Creíamos que seguiríamos siendo los de siempre, que no cambiaríamos o no lo suficiente como para dejar de vernos o al menos de llamarnos, y que en ese mundo que se abría como una flor para nosotros permaneceríamos cerca a pesar de estar lejos.

9 de abril de 2020

Música y letras (Cuaderno de cuarentena, 4)

Estas noches, en las que se nos recomienda dormir un poco menos, son un buen momento para saldar cuentas con lecturas pendientes, como estos dos libros que comparten amor por la música, editorial, traductor, estantería en casa y no pocas afinidades electivas: la primera novela de la escritora californiana Mo Daviau, Lena y Karl, y las memorias del crítico musical bostoniano Rob Sheffield, Vives en las cintas que me grabaste.

30 de marzo de 2020

Regreso a la caverna (Cuaderno de cuarentena, 3)

Por razones que serán obvias, estos días me he acordado de la relectura que hizo Hans Blumenberg del mito de la caverna, que descubrí hace algo más de quince años. En el relato tradicional, como puede verse en la ilustración, unos prisioneros están encadenados en una cueva y solo pueden ver, gracias a la luz de una hoguera, las sombras que proyectan sobre la pared unos personajes que se mueven tras ellos al otro lado de un muro. Como es lógico, toman esas sombras por la realidad. Sócrates nos conmina a imaginar que uno de los prisioneros logra desencadenarse y trepar hasta la salida. La ascensión ya será dura, pero lo será aún más adaptar la vista a la claridad tras tanto tiempo en penumbra. Sin embargo, al cabo el antiguo prisionero se aclimatará al exterior y a la luz solar, metáfora del conocimiento. Entonces querrá volver a la caverna para contar lo que ha aprendido y liberar a los prisioneros. ¿Cómo reaccionarán estos al verlo? Probablemente, se reirán de su recién adquirida ceguera en la oscuridad e incluso, si no deja de insistir en que escapen, tratarán de darle muerte.

19 de marzo de 2020

Das bunte Leben (Cuaderno de cuarentena, 2)

Vasili Kandinski, Kochel — Gerade Straße, 1909.
Hace algunos meses, visité la muniquesa Lenbachhaus. Acudí atraído por su excepcional colección del grupo de artistas Der Blaue Reiter, fundado por Vasili Kandinski y Franz Marc en 1911. Me puso tras su pista una página luminosa de José Enrique Ruiz-Domènec sobre la importancia del color azul en la historia de Europa que, muy resumida, dice así: “Azul es el color de Europa. Está presente en las señales heráldicas de los reyes de Francia, en los rosetones de las catedrales, en los ornamenti que tanto agradaban a Guido Cavalcanti. En los frescos de la capilla de los Scrovegni, en Padua, Giotto convirtió el azul en el punto de partida de una exploración del papel del arte en la cultura europea. La pintura moderna prolongó la propuesta. Picasso situó el azul en el centro de una indagación sobre el desenganche de la sociedad europea de sus antiguas lacras, la miseria, la enfermedad y la guerra; Kandinski lo vinculó a la reflexión sobre lo espiritual en el arte y el significado de Der Blaue Reiter (El jinete azul). Después de 1948, el anhelo de paz se enlazó con el azul, pese a que por entonces el rojo era el color de la revolución y el negro el del expresionismo abstracto; con el azul, Antonioni buscó el misterio de Oberwald y con él Kieślowski pensó la música que debía acompañar a Europa para superar sus heridas; y así el azul se convirtió en el color del consenso, de la unión de lo diverso”.

17 de marzo de 2020

Exilio en Straus Park (Cuaderno de cuarentena, 1)

Jorge R. Pombo, “Paris/New York”, © 2013.

En estos días de encierro, descubro en la New York Review of Books algunos clásicos de su archivo. Me sumerjo en un texto que escribió André Aciman en diciembre de 1997, diez años antes de publicar Llámame por tu nombre. Una anécdota, el vallado y la posible destrucción de un pequeño parque neoyorquino, da pie a una bellísima reflexión sobre la condición del exiliado y la ciudad como espejo del mundo de una vida.